Entre las funciones de un cirujano plástico se encuentra la reconstrucción de cabeza y cuello. Dentro de ella, la reconstrucción de la mandíbula representa uno de los casos más desafiantes pues se trata de pacientes complejos con importantes defectos a tratar.
En la mayor parte de los casos, se lleva a cabo tras resecciones oncológicas de la mandíbula (mandibulectomía), que pueden ser:
- Marginales (se retira un fragmento de hueso, quedando otro en continuidad).
- Segmentarias (se retira todo el grosor de una porción de hueso).
- Hemimandibulectomías (se retira toda la mandíbula de un lado).
Existen diferentes formas de clasificar los defectos mandibulares, siendo una de las más utilizadas es la clasificación de
Jewel-Boyd, que los divide en:
- Hemimandibulares: (falta todo un lado de la mandíbula).
- Laterales: (falta todo un lado pero se preserva el cóndilo).
- Centrales: (falta la zona central - "el mentón"), pudiendo combinarse.
El tipo de reconstrucción vendrá determinado por el tamaño y localización del defecto, la resección de partes blandas, la radioterapia y la rehabilitación de la dentición.
Entre sus objetivos, se encuentran dar estabilidad y soporte a la articulación y los dientes, así como mantener la estética facial y función de apertura oral, masticación, deglución...
Las
opciones reconstructivas son:
- Fijación con placas mandibulares.
- 2. Injertos óseos (no vascularizados) de cresta ilíaca, costilla, etc.
- 3. Colgajos libres óseos (vascularizados)
Estos últimos constituyen, en la mayoría de los casos, la mejor alternativa para los pacientes, sobre todo, aquellos que reciben radioterapia o presentan defectos grandes (>6cm).
Entre los más utilizados están el colgajo de peroné, el colgajo de cresta ilíaca, el colgajo osteocutáneo escapular o el colgajo osteocutáneo radial.
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